Seguro que no muchos saben que Etiopía fue el único país de África que se libró de un proceso de colonización. Este dato, a simple vista histórico, nos ofrece un nuevo prisma sobre el que enfocar nuestro viaje por este país único en el continente más desconocido.
Resulta curioso que este enclave sin salida al mar desde hace unos años –se independizó de ellos Eritrea en los 90– que cuente con atletas más famosos que sus monumentos cuando en realidad sus maravillas quizá la conviertan en la joya de África.
Etiopía es ortodoxa ferviente, aunque respeta otras religiones como el judaísmo o el islam. Encontramos un país con diversos contrastes, siempre en altura sobre el nivel del mar y con una gente que mira al turista como si fuese marciano. Esta mezcla distingue al país como algo muy especial para todo aquel que quiera visitarlo. Se vuelcan particularmente en que estés cómodo y te sientas seguro, aunque aquí olvídate de 4G y de las comodidades que rodean a la sociedad de la comunicación. En contraposición, hallamos un lugar que tiene mucho que ofrecer a los sentidos, con iglesias únicas en el mundo y con un amor por la artesanía de antaño que hará que quieras gastarte todo el dinero que tengas disponible por el camino. La comida es buena, aunque tendrás que hacerte a ella porque pica y se suele comer con las manos. Nada que no sea imposible para un viajero consumado.